El coronavirus llegó para marcarnos el fin de una era, la era de lo previsible y esperable, nos hundió en un mar de dudas e incógnitas que han hecho difícil poder seguir proyectando a mediano y largo plazo.
La incertidumbre constante sobre que hacer, como hacerlo y que será mas sano para mi y para los que amamos nos hace vivir en tensión constante.
Pero si bien todas las recomendaciones sobre como cuidarnos hechas por especialistas basadas en higiene y contacto, no han podido encontrar la forma de como cuidarnos de nuestras emociones frente a tantos cuidados que incluso a veces nos sobrepasan y generan estados de ansiedad, stress y en algunos de pánico difíciles de sobrellevar.
Esta pasando que para no tener que lidiar con todo esto, mucha gente ha decidido mantenerse en sus casas y crear su mundo desde ahí, trabajo, relaciones a través de redes sociales, delivery, etc. son aquellas personas que ya tenían un perfil un poco fóbico o ciertos rasgos paranoicos y que este encierro en algunos casos acentuó y en otros ayudo a que se sientan mas a salvo.
Otros están evaluando mudarse al campo, al mar, a pueblos pequeños desde donde un día salieron en busca de la gran ciudad y de todos lo que representaba el éxito.
Hoy descubren que el éxito estaba donde estaban, un poco como la historia del alquimista, donde el tesoro siempre había estado donde yacía el pastor.
Así que con las posibilidades que están dando las empresas de poder trabajar desde cualquier lugar mas allá que lo llaman casa/home, le están dando la libertad tan ansiada a tanta gente que siempre quiso volver a su lugar de origen o simplemente vivir en otros países, ciudades, pueblos, mar, bosque, montaña, etc. y que por falta de empresas, o lugares donde trabajar en esos lugares, estaban encadenados psicológicamentey en muchos casos literalmente a una ciudad, urbe.
Algunos piensan que el coronavirus vino para quedarse, otros que esto es solo el inicio de una serie de virus que irán llegando poco a poco por todo el daño que hemos hecho al ecosistema, como sea, esta es nuestra nueva forma de ser en el mundo.
Las mascaras llegaron para quedarse y el gel de alcohol es nuestro nuevo accesorio en nuestros bolsos como el perfume.
No será que el coronavirus después de todo nos ayudo a reencontrarnos con nuestras raíces?
Habíamos tapados todos nuestros deseos porque se nos había dicho que debíamos triunfar, ser exitosos y para ello todo dependía del dinero, de cuanto dinero podíamos lograr tener, así que nos hipotecábamos, nos compramos grandes, casas que no podíamos pagar, grandes coches que no podíamos pagar y sufríamos en secreto por todo lo que quizás no podríamos darle en el futuro a nuestros hijos mas allá de nuestros ahorros para la escuela, la universidad …seria todo esto suficiente.?
Serian algún día nuestros hijos felices también ellos con las mismas cosas que nosotros mismos habíamos buscado para obtener la felicidad?
Hace años empezó a pasar algo bastante paradojo.
La gente en su alimentación volvió a las semillas, a lo casero, al campo, a lo hecho en casa, nos dimos cuenta que después de todo lo que habían vivido nuestros abuelos no había estado tan mal, después de todo actualmente la tasa de mortalidad es bajísima en muchos países donde nuestros antepasados se han cuidado siempre comiendo las cosas genuinas de la tierra y relacionándose con sus vecinos, sentándose en la puerta a charlar después de la siesta y compartir lo poco o mucho que tenían entre todo el barrio.
Habían entendido que el secreto del bienestar y de la salud estaba ligado a la creación de lazos, a la comunidad, incluso a la relación con aquellos que quizás no eran de nuestro agrado pero que los aceptaban porque eran así.
Hoy todos esas personas que no son de nuestros agrado se nos ha aconsejado que las eliminemos de nuestras vidas, son toxicas, al igual que los alimentos, sino están vendidos o tienen el sello de calidad proveniente por instituciones que certifican su fiabilidad….en que se basaba la fiabilidad de nuestros antepasados?
En la confianza de las personas.
Por eso volviendo al cuidado de nuestras emociones, serán tiempos de decisiones muy importantes que tomar, algunas en forma individual y otras en familia pero como sea, debemos confiar en nuestras emociones, en esos sentimientos que nos dicen que es lo correcto, aunque reconozco que a veces es difícil identificarlas.
Por eso lo aconsejable es solicitar el apoyo y la supervisión de un profesional psicólogo que como un coach o mentor nos ayudará a encontrar el camino mas sano según nuestro propio deseo y no el que hasta ahora había definido la sociedad.
Licenciada Adriana Giménez – Psicóloga.